Archivo de febrero 2009

Visita guiada a la exposición de Gerd Knäpper en Valencia

Por • 24 de febrero, 2009 • Tema: Artículos, Conferencias, Destacados, Exposiciones, Recomendados

Valencia, 29 de enero de 2009, día de la inauguración de la exposición de Gerd Knäpper en el Museo Nacional de cerámica «González Martí».

El artista –en la imagen, segundo por la izquierda- entre el traductor y Liliane Cuesta, conservadora del museo valenciano y coordinadora de la muestra, fue presentado al público asistente por el cónsul honorario de Alemania, Ilmo. Sr. D. José Luís Cervera, quien destacaba en su discurso lo que en síntesis según su percepción es característica principal de la obra del artista alemán residente en Japón: Una obra cerámica de extraordinaria factura en la que se aprecia la combinación del carácter alemán en el rigor de la estructura junto a una poética oriental asentada en la contemplación de la naturaleza y la sabiduría de la tradición cerámica del Japón en la aplicación del horno Noborigama con el que el ceramista trabaja. A la derecha de la foto, junto al cónsul, la presencia del ceramista Mariano Poyatos, coordinador de los I Encuentros Internacionales de Arte – Culla Contemporánea (2007, Castellón), en los que Gerd Knäpper ha sido artista participante, en calidad de invitado de honor.

Knäpper  junto a una imagen de su horno Noborigama Lugar, inspiración y proceso

Desde finales de los años sesenta, Gerd Knäpper (Alemania, Wuppertal 1943) vive en Japón, donde ha desarrollado una carrera como escultor y ceramista independiente, hasta el punto de que el éxito obtenido allí determinó su residencia de modo definitivo al formar una familia (contrajo matrimonio con una japonesa) y consolidar en la tranquilidad del campo un lugar idílico (Tarasoka, “estudio-galería” y hornos de leña) para la creación de su obra personal.

El mismo artista nos lo comentaba durante la inauguración de esta exposición en Valencia, afirmando que cuando fue a Japón para ampliar conocimientos dentro de la especialidad cerámica no tenía intención de quedarse nada más que dos o tres años; sin embargo, el éxito que obtuvo con su trabajo como hemos dicho fue decisivo. Bernard Leach le recomendó al prestigioso maestro Tatsuzo Shimaoka (quien le aceptó como ayudante en su taller de Mashiko por un tiempo, después de estudiar en Seto con Suzuki, su destino después de recorrer diversos países y embarcarse desde Estados Unidos hasta Japón, atraído sobre todo por la cerámica). Entre los diversos reconocimientos obtenidos en el país del sol naciente seguramente fue decisivo para su futuro conseguir el gran premio otorgado por el Primer Ministro de Educación (I Premio de Cerámica Artística, Tokio 1971, a una cerámica tradicional japonesa), para sorpresa de todos, incluso de los miembros del jurado, ya que se trataba de una obra contemporánea de carácter japonés cuyo autor resultó ser un extranjero (un ceramista originario de Alemania, formado entre Alemania, Estados Unidos y Japón).

Sin embargo, Gerd Knäpper no considera su obra ni alemana ni japonesa sino inspirada en el arte primitivo y moderno de muchas culturas. «Como artista -dice- no me considero a mi mismo ni japonés ni alemán. Gracias a mi singular situación, mi obra posee una estructura independiente tanto del Este como del Oeste».

Gerd Knäpper, imágenes de izqda a dcha ONDAS / TORSO (65 x 39 x 30 cm) 2001

Técnicamente la obra de Knäpper se ha realizado fundamentalmente en un horno Noborigama, utilizando pino rojo como combustible (su horno tiene cuatro cámaras construidas en pendiente, sin contar la cámara de fuego para la leña) y consolidada en una cocción rápida -36 horas-, alcanzando 1280-1300 grados centígrados. Un número importante de piezas presentan el color tostado del flameado sobre la arcilla y un “autoesmaltado” que en los bajorrelieves de las piezas talladas revelan un difuminado bastante regular, conseguido posiblemente como resultado de aplicar en crudo un engobe de ceniza, fundido en el cuerpo de la arcilla al ser sometido a tan altas temperaturas, madurado y soldado por toda la superficie junto a los restos de cenizas y sales volátiles.

Visita a la Exposición

Tres fotografías murales, instaladas en la sala, muestran el entorno del taller-estudio del artista: en una se ve un precioso paisaje nevado, con los campos y los edificios de la residencia Tarosaka en Daigo, donde Knäpper ha devuelto todo el esplendor a la antigua finca tras una impecable restauración efectuada en los edificios originales construidos con madera y la tradicional cubierta de paja trenzada; en la segunda foto, podemos ver el horno Noborigama; y en el tercer panel, al autor en el patio de la casa seleccionando piezas para una importante exposición que se celebró en Tokio, en la que se mostraron entre otras obras significativas de su sello grandes platos y bandejas de sesenta centímetros. Dicha puesta en escena es sin duda un documento singular para entender el ambiente del artista, la tranquilidad del campo donde desarrolla su trabajo, su relación con el entorno rural -en una vecindad de apenas siete granjas-, donde el maestro es el único ceramista del pueblo.

Las formas se completan con decoraciones talladas y trenzadas en un estado de la arcilla que se denomina «dureza de cuero»; un lenguaje personal que busca la representación del movimiento (el viento sobre los campos, en el cielo y el agua). La tierra chamotada y la marca del fuego de leña potencian aun más la precisión de las aristas, la tensión de un modelado virtuoso; no se trata de una mera decoración, el relieve forma una parte indivisible del objeto y no hace sino subrayar la arquitectura de unas formas sugerentes -construidas en secuencias equidistantes-, mediante un recurso de torsiones y virados que se ven realzados en aquellos Vasos que descansan sobre sus propios pies –elevándose ligeramente a unos centímetros de la base.

El eco de estas formas parece proceder de un sonido primigenio, presente en las ondulaciones y esculpido del viento en el agua, o, en la arena, en la arquitectura de las conchas de mar o de las plantas, en un lenguaje que evoca una percepción casi gaudiniana donde la mirada se alimenta al contemplar la naturaleza. Otros diseños recuerdan secuencias presentes en los esmerados tejidos orientales hechos con fibras vegetales, o la disposición en capas que va formando una corteza como se puede ver en la imagen de esta corteza de palmera que hemos fotografiado (potenciada la sensibilidad, después de contemplar la exposición se nos presentaron en una dimensión muy sugerente los troncos de las palmeras de Valencia).

Para mostrar la obra de Knäpper, las dos salas de la planta superior del «González Martí» se han llenado de cerámica con varios ejemplos (piezas firmadas con su sello personal y realizadas entre 1983 y 2008), algunas de estas obras son replicas en metal (bronce, y aleación de cromo-niquel), otras litografías manuales, impresas sobre papel Washi (también hecho a mano con corteza de morera, una artesanía muy apreciada en Japón) en las que se han plasmado los diseños de las vasijas. Los objetos cerámicos son variados y de mayor o menor escala, piezas únicas, -desde vasos y platos de carácter escultórico hasta formas que son propiamente esculturas (estelas) pero cuya forma surge dentro del lenguaje de la alfarería. También hay otras piezas de menor tamaño, destinadas a un uso utilitario como cuencos, vasos para Ikebana, utensilios para la ceremonia del té: taza (Chawan), el recipiente que se utiliza en la ceremonia del té para el agua fresca (Misuzashi), alguna botella para sake (Tokuri) con sus correspondientes tazas (Guinomi), tarros para el té, cajas para el incienso (Kogo), botellitas de agua (que los japoneses utilizan para disolver la pastilla de tinta caligráfica), platos, bandejas, etc.

Todo se ha dispuesto sobre módulos blancos, así como en vitrinas (las piezas de mano) o en la pared (los grabados enmarcados). El recorrido por consiguiente debe ser pausado –hay mucho que ver- para poder apreciar y dedicar el tiempo necesario a cada pieza.

Las obras de Gerd Knäpper ganan mucho al natural, en mi opinión la cerámica y concretamente este tipo de objetos resultan mejor en directo, generalmente esto suele ocurrir con las mejores piezas y en particular con las de cocción de leña (por la sobriedad y profundidad del color y los matices que presentan); por otra parte el arte que trata de la alfarería suele ser más íntimo que la escultura monumental, así es que las imágenes difícilmente recogen todo el misterio de un objeto en el que la escala, el peso y la textura, son elementos esenciales que forman un todo.

Detalle de la muestra en el Museo González Martí, Valencia

En cuanto a la disposición de las obras, hay que tener en cuenta que las bases o módulos solo son un “mobiliario” adicional, es decir provisional, para distribuir las piezas en la sala, así es que en mi opinión es preferible eliminarlo mentalmente durante la contemplación, ya que resulta como algo ajeno a su entorno natural, es decir en el que realmente cobrarán vida y mostrarán todo su esplendor las cerámicas: cuando se dispongan en la mesa (para disfrutarlas en la mano), o -en el caso de las de mayor tamaño- en el tokonoma y si en una casa de diseño moderno ocupando un lugar especial donde se pueda disfrutar tranquilamente con su contemplación, o incluso en un jardín si se trata de aquellas de mayor escala, siendo el exterior lugar donde también pueden situarse sin inconveniente -las piezas cocidas en alta temperatura pueden resistir hasta las más adversas condiciones climáticas. Teniendo todo esto en cuenta comenzamos la visita a la exposición saboreando cada objeto, uno a uno, detenidamente. La obra lo merece, y comprobando que estamos ante piezas dignas de museo, no podemos evitar el pensar que sería una buena noticia si al menos alguna de estas obras se quedase en España (adquiridas por alguna institución, museo, o formando parte de alguna colección privada).

Texto: Mª Jesús Sarmiento / Fotos: Cortesía MNC «González Martí», Valencia (España)

Información

La exposición podrá contemplarse en Valencia hasta el 26 de abril de 2009 y después viajará de vuelta hasta Alemania, pudiéndose contemplar en Munich del 27 de mayo al 30 de septiembre de 2009 (Nationals Völkerkundemuseum, München).

Catálogo de la exposición

Edición: asociación de Amigos del museo Nacional de Cerámica; Patrocinio: TÜV Rheinland Group Asia; Textos: Jaume Coll, Claudius Müller, Antonio Vivas, Kenji Kaneko, Seizo Sasaki, Ingeborg Wiegand-Uhl, Gerhard Bott, Gerd Knäpper, Fujio Koyama, Tetsuzo Tanigawa; Páginas 184, ISBN 978-84-612-8619-5; Idiomas: Castellano, Valenciano, English.

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4º Exposición en la web:REVOLUTION, cerámicas de: Eva Castaño, Fernando Garcés, Gregory Miller, Janne Hieck

Por • 14 de febrero, 2009 • Tema: Anteriores portadas, Exposición en la web

Imágenes show (Flickr, Art Ceramics): REVOLUTION (Revolución)

«You say you want a revolution
well, you know
we all want to change the world
you tell me that it’s evolution
well, you know
we all want to change the world
but when you talk about destruction
don’t you know that you can count me out
don’t you know it’s gonna be all right
all right, all right
You say you got a real solution
well, you know
we’d all love to see the plan
you ask me for a contribution
well, you know […]» (Beatles, Revolution)

Ideológicamente el término revolución (del latín revolutio “una vuelta”) está lleno de sugerencias; podemos pensar en un cambio completo, o también en la modificación de lo que está vigente (siguiendo los dos modelos de revolución descritos por Aristóteles), en la consecuencia de que siempre los cambios parten de otras formas de apreciación; por otra parte, en una segunda definición, el término remite a una descripción del movimiento en espiral.

Sociológicamente en el arte de la cerámica nos encontramos en un momento de auge entre las diversas formas que dicha expresión utiliza, no obstante hoy queremos detenernos para subrayar la intención artística que emplea el uso del torno (la rueda de alfarero) como evolución del concepto artístico. El torno es una herramienta apropiada para dar forma a las piezas de alfarería, y en este caso es también sujeto y motivo: la espiral que da forma a la vasija mientras se graba con cada movimiento la huella del autor, el vacío donde se con-formará el uso en el espacio acotado (simbólicamente, una metáfora de la vida ordinaria).

Conceptualmente también hay un sector crítico que valora este significado más haya de si un objeto sirve para ser utilizado o para ser contemplado; el mensaje se contempla desde un arte que tiene sentido por su carácter singular, su excelencia plástica, y su filosofía como reflejo de pertenencia a la vida. De todo esto se trata precisamente, sobre todo para abrirse a varios significados (plásticos, místicos y sociales).

Eva Castaño, Fernando Garcés, Gregory Miller, Janne Hieck, son cuatro ceramistas independientes, artistas que Galería Azul ha reunido en esta muestra colectiva que hoy nos complace presentar dentro del programa de exposiciones en la web. Cada uno, a su manera, encuentra en la vasija un símbolo de individualidad en forma y concepto; su revolución es ver en el objeto, y más allá del mismo, el significado de hacer una alfarería para el momento actual (en la era de la tecnología).

La obra de cada uno de los mencionados autores es diferente entre sí (no solamente desde el método, técnica empleada y estilo, incluso a veces desde el planteamiento (ya sea por hacer Arte para usar, por extraer la plástica de la materia o crear un paisaje desde la armonía de una composición). Sin embargo, más allá de la geografía, más allá de la acción -el ritmo del proceso-, de la técnica o las referencias en que cada uno de los autores se apoya, los cuatro coinciden en el planteamiento desde un frente común: al elegir la vasija (vaso, plato, cuenco, etc.) como metáfora.

Generalmente la intención artística que usa el lenguaje de la alfarería trabaja desde un género que tradicionalmente se ha situado al margen de lo establecido como concepto artístico, al utilizar como objeto de su discurso planteamientos que se detienen en las cosas más sencillas de la vida o de la naturaleza. En un momento en que todo es susceptible de ser etiquetado sabemos sin embargo que cualquier material o disciplina no puede ser calificada de arte o artesanía solo por el método. Por otra parte, pocos artistas que utilizan el torno se preocupan de que sus obras se relacionen dentro del primer o segundo canon, (si ha de calificarse como arte, no arte, o anti-arte, les trae sin cuidado). El caso es bastante significativo porque seguramente lo que el artista busca es precisamente hacer esa revolución. Lo mismo ocurrió con el género del bodegón en la pintura, lo vemos por ejemplo en los maravillosos bodegones -desde Zurbarán, Sánchez Cotán, a nuestros contemporáneos como Morandi, Tàpies, etc.- entre muchos de los autores que han construido la historia del arte del pretérito y del presente, con una preocupación por las cosas sencillas, la naturaleza y la vida real (lo cotidiano) en contraposición a un interés por lo «sublime» (los temas recreados por la pintura de «gran estilo»: históricos, religiosos y míticos).

Eva Castaño se interesa desde niña por la música y las artes plásticas, decantándose más tarde por la pintura y la cerámica. La pintora Begoña Izquierdo (Bilbao 1926- Madrid 1999), amiga y maestra, es quien la inicia en el dibujo y la pintura, creando una base fundamental para su posterior trabajo de ceramista. Estudió en la Escuela de Cerámica Francisco Alcántara, Madrid (1982-1987).

Actualmente trabaja en su estudio con gres y porcelana, en escala que puede acogerse en la palma de la mano. De su obra se desprende una fragilidad y suavidad que tanto en el modelado como en el color busca un balance que proporciona a sus piezas una sensación de ingravidez, como si flotasen. Los contornos desdibujados frente a los tallados, contribuyen en la recreación de una atmósfera particular que se funde con toques de color que nos recuerdan a los de la acuarela. En cada serie de piezas se resume una clara vocación por la pieza única, y sin embargo hecha para ser usada.

4web-exhibition_ Eva Castaño, plato con mosca 4 ewb-exhibition_eva castaño, lunaria

Eva Castaño; Plato con mosca, y Lunaria (porcelana, óxido y esmalte)

  • Precios estimados: entre 60 y 200 €; ver más imágenes en Galería Azul, Eva Castaño

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Fernando Garcés, tarro Fernando Garcés se graduó en cerámica en la Escuela Oficial de Cerámica Francisco Alcántara, Madrid (1987 – 1990). Desde 1991 es profesor titular de cerámica en la Escuela de Arte de Talavera de la Reina, ocupando en la actualidad el cargo de Jefe de Estudios. Entre varias actividades en las que ha participado ha desarrollado los talleres «El torno como herramienta» en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca. Paralelamente a su amplio currículo docente, con experiencias aquí y en el extranjero, realiza en su taller una obra personal. El torno es objeto de estudio en su producción trabajando indistintamente el gres o la porcelana, incluso combina ambos materiales en un mismo cuerpo.

En su trabajo el blanco y las tonalidades de la arcilla -desnuda o esmaltada- se combinan para aportar una mezcla interesante por contraste de texturas (suave/áspero), incluso contrastando con una clara rusticidad el añadido preciosista del empleo del oro se aplica como una pincelada o golpe de efecto pleno de sugerencias. Garcés consigue seducirnos desde el conjunto de unas instalaciones en las que la forma del cuenco es recurrente para configurar un paisaje que sobrepasa su carácter utilitario.

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Fernando Garcés, Cuencos (porcelana, oro y esmalte transparente)

  • Precios estimados: entre 90 y 4.000 €; ver más imágenes en Galería Azul, F. Garcés

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Gregory Miller ha desarrollado su carrera desde su país, estados Unidos, Japón y Dinamarca donde vive y trabaja en la actualidad. Se ha especializado en hornos de leña, cocción en anagama y horno de sal. Desde 1997 hasta el momento presente ha expuesto sus cerámicas en Dinamarca, Estados Unidos, Japón, Noruega, y Alemania; también ha comisariado eventos relacionados con los hornos de leña. Sus estudios de antropología y su tesis sobre la comparación entre el movimiento de la artesanía japonesa y danesa son un reflejo de sus preocupaciones. Pasó un tiempo de aprendizaje (1992-1993) en el taller de Tatsuzo Shimaoka, cuya escuela y filosofía Mingey se deja ver en la obra de Miller.

Un amplio conocimiento de los esmaltes de alta temperatura, el empleo del horno anagama y un gusto por las formas de la alfarería utilitaria han construido su lenguaje. En el torno va construyendo las formas en diversas series pensando en el uso, la austeridad de las decoraciones se aprecia en la impresión de cuerdas impresas o en las marcas indicativas del proceso (la forma en que las obras han sido cargadas en el horno, las huellas del fuego…) imprimiéndo a cada pieza un carácter especial. Son piezas robustas para utilizar a diario, intemporales y diferentes.

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Gregory Miller;Botella gres anagama, esmalte shino

  • Precios estimados: entre 25 y 1300 €; ver más imágenes en Galería Azul, Gregory Miller

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Janne Hieck teapotJanne Hieck se formó en Alemania, su país natal, obteniendo la medalla de oro en el proyecto de fin de carrera. Después en el año 2005 se instaló en el norte de Dinamarca, donde ampliaría sus conocimientos como asistente del ceramista Gregory Miller.

En la actualidad reside en Dinamarca, es una artista emergente con una obra personal. Su trabajo se enmarca dentro de la llamada alfarería de estudio actual, en la especialidad del gres esmaltado con sal y la cocción de leña; un trabajo creativo y muy bien hecho que se define con su sello personal a través de formas sencillas, fuertes y escuetas, tonalidades naturales derivadas de un engobe de cobalto o del hierro contenido en la arcilla. Su lenguaje formal se articula en el proceso del gres desde formas utilitarias confortables, piezas únicas para disfrutar cada día, obras hechas con mucho talento que translucen el amor al oficio y son resistentes.

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Janne Hieck, Jarrita de leche; gres, cobalto, y esmalte de vapores de sal

  • Precios estimados: entre 25 y 1000 €; ver más imágenes en Galería Azul, Janne Hieck

Enlaces



Rosa Cortiella: «Allá, donde el mundo se acaba…»

Por • 6 de febrero, 2009 • Tema: Exposiciones, Recomendados, Textos

Allà, on el món s’acaba …
Exposición temporal en el Museo de Cerámica, Barcelona

Rosa Cortiella (Barcelona, 1965) utiliza arcilla blanca, el gres y la porcelana para explorar y desarrollar un mundo fantástico e imaginario con el que aproximarse a una literatura de ficción. Por medio de cinco instalaciones de reciente creación, la artista se propone desencadenar en el público sensaciones de sorpresa, expectación, e ilusión y sobresalto. Un universo de naturaleza, luz y color que antepone lo que es imaginario a lo que es real.

(extracto del encarte de la exposición; edición: Museu de Ceràmica, Barcelona – Spain)

Hasta el 2 de mayo, 2009 podrá contemplarse la exposición ‘Allà, on el món s’acaba’

Por medio de la instalación el espectador es animado a deambular por un mundo imaginario: un bosque onírico en el que la paradoja se revela en sugerencias; propuestas artísticas con las que Rosa Cortiella, manejando una teatral puesta en escena, seduce al espectador hacia un caminar -como Alicia en el país de las maravillas- hacia el otro lado del espejo. Un amalgama de materiales -manufacturados unos (los industriales) y otros elaborados (la cerámica)- se han engarzado entre sí como las cuentas de un collar, hasta construir una narrativa decorativa sobre la que servir en bandeja un menú conceptual de sabores dulces y ácidos.

Rosa Cortiella, Arboles

Acceso a través de la obra: ‘Que los árboles no te impidan ver’ (2008)

Rosa Cortiella, Instalación 2

Otra perspectiva de la exposición de Rosa Cortiella

Visita guiada, desde una mirada crítica y subjetiva

LA VIDA SEGÚN EL COLOR DEL CRISTAL CON QUE SE MIRA
Mª Jesús Sarmiento

1. Entramos en la exposición a través de la obra Que les arbres no t’impedeixin de veu (que los árboles no te impidan ver), una gama de verdes ácidos en cerámica suspendida da forma a la recreación realista de un bosque.

2. El paseo por el bosque de bambú desemboca en un jardín animado, un camino sembrado con unos módulos (forrados con papel litográfico, con la imaginería de un césped) que sirven de peana para las esculturas Les Aparences enganyen (las apariencias engañan): objetos en forma de “piedras vivientes” (mostrando en su superficie inerte una caligrafía serigrafiada con diversos motivos del cuerpo humano, vísceras, cerebro…). En esta vida imaginada la recreación mineral de la mano de Cortiella nos promete tornarse palpitante.

3. La siguiente instalación con la que el espectador se encuentra: Mutans (mutantes) es, sin embargo y a nuestro entender, un guiño mas propio del lenguaje del artificio decorativo –al mostrar unos farolillos de porcelana, fibra y luz eléctrica, (con los pertinentes y visibles accesorios incluidos para su funcionamiento) reunidos en suspensión con apariencia de pequeñas linternas de papel, en una cadencia sincopada de diseño intachable (lámpara que enmarca una luz amarillenta, casi dorada, cual luciérnaga gigante de un bosque encantado).

4. Ikebana es la cuarta instalación, iluminada e interpretada por una especie de jarrones inacabados (de bizcocho cerámico) que se combinan con un maniquí articulado (de esos que se utilizan en las clases de dibujo artístico) para proyectar una sombra chinesca en la pared de tal modo que la visión del artefacto se trasforma en espectro ante los ojos de quien lo contempla. La sombra aparece en la imaginación cual un animal mitológico, ¿un dragón?, que por alusiones del enunciado y asociación de ideas entendemos de inspiración oriental (el caso es que en Oriente la simbología del dragón es reverenciado como representante de las fuerzas primitivas de la naturaleza y el universo).

5. Para terminar, se sale de la Instalación a través de una obra elástica (composición de muelles, tubos de goma transparente y cuentas de cerámica configurando un diseño gráfico); esta pieza, titulada Segona oportunitat (segunda oportunidad) evoca la abstracción de una gigantesca vagina por la que el transeúnte supuestamente saldrá a la realidad con ojos renovados (en un exorcismo de re-nacimiento), tras metamorfosis producida por la visión de esa «otra realidad» contemplada, traspasada, en la que todo o nada es lo que parece.

Rosa Cortiella, Segunda oportunidad

Salida de la instalación a través de la obra, ‘Segunda oportunidad’ (2008)

Algunos apuntes sobre la autora y su obra

Yo no conocía el trabajo de Rosa Cortiella (Barcelona, 1965) salvo una introducción a su trabajo en un libro de bolsillo sobre la cerámica catalana firmado por Dª Mª Antonia Casanovas (directora conservadora del Museo de Cerámica de Barcelona) que encontré hará unos tres años, y salvo alguna pieza aislada no había visto mucho más (siluetas de base cerámica -como si fuesen de cartulina recortada y coloreada- pintadas con acrílico, en un estilo pop, que me parecieron estar más en la línea de la ’Caja Brillo’ de Wharhol que en una fonética propia de los elementos de tradición cerámica (donde elementos como la textura, el esmalte o el fuego transcienden como sello diferenciador de otras disciplinas).

Aparentemente los objetos de Cortiella, más que estar hechos de cerámica, nos recuerdan a los objetos de policarbonato que bajo etiqueta de diseño el mercado acepta como tendencia actual. He de confesar que el trabajo que de esta artista vi en aquel momento, aunque no me disgustó visualmente, tampoco me atrajo especialmente, y no por el hecho de que ella utilice colores acrílicos y formas repetidas de secuencias interminables que como ya he dicho nos recuerdan irremediablemente a ciertos productos industriales. Aunque para mí no es motivo de prejuicio, según y cómo estos elementos se manejen (considero que el peso específico de la expresión artística es independiente del tema y de la materia), tengo que decir que tampoco vi (en esos elementos aislados) ni innovación ni mucho menos la audacia pretendida en aquellas siluetas con apariencia de piezas de puzzle (p. ejemplo: las exhibidas en Barcelona, Galería Sargadelos); o igualmente en Valencia, la obra ‘El peso de la ausencia’, 2004, que se incluyó en una colectiva comisariada por J. Miranda (en el MNC. González Martí -una agrupación de cilindros perforados, pintados en su interior con colores planos en tono magenta, rojo, naranja, amarillo…) Por un lado, en cuanto al tratamiento y la apariencia, su obra podría ser de cualquier otro material ¿porqué en cerámica? y no en papel maché, fibra de vidrio, cartón piedra, madera policromada, escayola, y pintarla con acrílico -a simple vista si es o no cerámica resulta irrelevante- y creo, si no me equivoco, que ésa es precisamente también la intención de su autora (transgredir, jugar con las apariencias). Ni siquiera la instalación Camuflage, (2005), presente en los fondos de obra contemporánea del Museu de Ceràmica de Barcelona, aunque de mayor complejidad que los anteriores objetos que he mencionado, me parece destacable en cuanto a ser cerámica. Dicho esto, espero que esta percepción no sea mal interpretada; así pues, debo explicarme mejor y para hacerlo nada más esclarecedor que insertar a continuación, como argumento de mi explicación, un texto de Mª Antonia Casanovas:

«Rosa Cortiella es una ceramista ingeniosa y original de gran personalidad que se ha mostrado siempre interesada por la riqueza plástica de la arcilla y por los ornamentos de colores, los más brillantes del mercado. Liberada de cualquier convencionalismo teórico, trabaja espontáneamente en la creación de instalaciones de gran fuerza expresiva (…) El elenco de colores que utiliza ya no pertenece a la gama cromática tradicional de colores cerámicos, sino que hace referencia a las tonalidades de otros materiales sintéticos y artificiales (…) Cortiella encuentra los que se adaptan a sus obras, los que enfatizan sus diseños, los que caracterizan su personalidad artística (…) Para ella, una obra debe iluminar desde dentro, respirar y moverse a través del color. Debe ser porosa a las sensaciones y despertar los sentidos.»(Extrc: Els Segles XX i XXI A les col-leccions del Museo de Cerámica de Barcelona, edic 2008 Barcelona /pág. 99, trad. pág 112 ‘Rosa Cortiella’ / MªA.C.)

Ahora todo está un poco más claro: no vamos a encontrar aquí esmaltes preciosos, ni flameados o bruñidos, ni complejidad en los procedimientos; sin embargo a la vista de la exposición ‘Allà, on el món s’acaba’ sí es obvio y hay que subrayar que la obra artística de Rosa Cortiella luce con todo su esplendor a través de su puesta en escena; en el lenguaje de la Instalación es donde su imagen lírica y teatral cobra vida, no desde la tramoya de cada objeto en-sí; no por su calidad en cuanto a materia cerámica, sino dentro del artificio que se produce a través del acto de representación del cuadro global incluyendo los procedimientos de elaboración elegidos -bastante sencillos por cierto pero sí de efecto. Es decir, «en escena» es donde todo se re-compone e interpreta, donde se crece y cobra vida cual diva en su noche de estreno. Entre las candilejas es donde se realiza su magia y lo prometido se cumple, transforma la realidad (más allá de la belleza) hasta re-colocar el sentido de la percepción (a través de una mirada renovada).

En mi opinión, si visitan esta exposición les puedo asegurar que captarán su esencia y no se sentirán defraudados.

    Información
    • Imágenes: Cortesía del Museo de Cerámica de Barcelona
    • Exposición: Allà, on el món s’acaba (Allá, donde el mundo se acaba)…
    • Fechas: del 20 enero – hasta 2 de mayo, 2009


Shinichi Honma, vídeo de una cocción en anagama

Por • 1 de febrero, 2009 • Tema: Noticias recibidas

Entre los vídeos colgados en YouTube por DavidAsterisco podemos disfrutar de una cocción en el horno anagama de Shinichi Honma.

En el sur de la provincia de Iwate, al noroeste de Japón, Shinichi Honma (1948, Miyagi, Japón) ha construido un horno del tipo anagama (un horno túnel semienterrado de 20 metros y tiro cruzado). La alfarería tradicional del periodo Momoyama, junto a los materiales naturales que la tierra le ofrece, forman el hilo conductor para construir un trabajo utilitario de actualidad. Para realizar esta cerámica, modelar y tornear sus vasijas, hay dos tipos de arcilla que Shinichi Honma recoge del borde del río Kitakami: una más gruesa baja en óxido de hierro y otra más fina con un alto contenido en hierro; de este material influye la textura y la tonalidad que se desarrolla por la forma en que el fuego es aplicado (derivado del tipo de horno).

Sobre todo este ceramista contemporáneo desea que cada pieza tenga un significado per se. En sus palabras, «Yo no quiero hacer piezas sensacionales. No estoy interesado en la mayor parte de las cerámicas (…) las cosas simples son las más difíciles de crear». Solamente quien entienda esta filosofía podrá valorar justamente el trabajo de Honma y su contenido, su ser-en-sí.
(MªJ. S)

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