Miquel Barceló, cerámicas y acciones
Por MJ. Sarmiento • 19 de febrero, 2007 • Tema: Exposiciones, NoticiasAl principio imaginé una obra de cerámica, como cuadros que crecían, con unas dimensiones humanas, de unos dos metros, y después la obra fue creciendo. Era una necesidad de la obra, del espacio y del lugar
Miquel Barceló, sobre su intervención en la Catedral de Palma, febrero 2007
Miquel Barceló ha trabajado con los medios y la visión del siglo XXI explorando la materia cerámica desde su estrato primigenio. Ha puesto su mano y expresividad en el interior de una catedral del siglo XIII-XIV; esta obra que ahora contemplamos es el resultado de siete años de trabajo. Según ha dicho le dejaron hacer con absoluta libertad, al enfrentarse al tema de la multiplicación de los panes y los peces.
Vista general de la Capilla y detalle del mural, Catedral de Palma
Hace unos meses también escribíamos en este blog sobre esta noticia y entonces esperábamos que el artista completase la ejecución de los vitrales en los que estaba trabajando (5 vitrales de 12 metros de altura). Hoy, finalizado el trabajo del retablo de terracotta, las vidrieras y el mobiliario por parte del artista, y efectuadas las complejas labores de instalación de todos los elementos (incluida la iluminación, por cierto, muy cuidada y respetuosa con la obra), la capilla está abierta al público. Su expresividad plástica habla de la naturaleza (del aire, del mar y de la tierra), pero también incita a la reflexión.
Agnósticos o creyentes, cada cual extraerá sus conclusiones para encontrar su «utilidad». El mural, resuelto plásticamente de un modo muy notable, se expresa libremente en el estilo y gesto que caracteriza a su autor. Si cuando pinta Barceló realiza el volumen superponiendo capas y chorreones de pintura (modela la pintura), en esta obra ha proyectado los volúmenes trabajando por delante y por detrás del paño de arcilla «han sido miles de manotazos, de puñetazos» (Barceló); para dar color ha aplicado en ciertas zonas el engobe como una pasta, en otras como una aguada, y también ha dejado la piel de arcilla roja al descubierto. En la concepción plástica de este mural la «grieta» también tiene un papel importante, en tanto que permite dejar el discurso orgánico de la materia al descubierto, como referente –según sus palabras- de «la idea del artista trabajando en su taller». El mural se ha modelado en paños enteros, se le ha dejado agrietar de forma natural en el proceso de secado para proceder a su fragmentación. El tema, como también es habitual en el lenguaje de Barceló, estalla en una celebración de la naturaleza (el aire, el agua, los frutos del mar y de la tierra): insistiendo en «su» continua reflexión sobre el ciclo natural de la vida.
Teniendo en cuenta que el autor ha declarado no ser católico practicante, aunque si perteneciente a una cultura de creencias cristianas por tradición, entendemos que ha ido más allá de las “creencias” personales, hasta reflexionar sobre valores de sentido universal. En la metáfora de la «existencia» que plantea, sin embargo la escena se detiene en el pasaje bíblico del milagro de la multiplicación de los panes y los peces: los frutos del mar y la tierra ofrecidos en un deseo de abundancia para todos. La figura central del retablo representa la Luz bajo la imagen de Cristo resucitado [desde el suelo se ve como si tuviese la altura de un hombre] elevado sobre un osario de calaveras. Por tradición nuestro país se identifica con las creencias cristianas; esto significa que incluso desde el agnosticismo ciertos símbolos han penetrado en nuestra ética o espiritualidad, cómo reflejos internos que se encuentran fuertemente instalados en la conformación de nuestra cultura. Vemos a los pies de esta figura (Dios y hombre) un libro dorado a modo de pedestal, es la puerta del Sagrario de la capilla; un Sagrario, o lugar sagrado, que se muestra custodiado por cántaros. Las vasijas son precisamente las primeras formas creadas por el hombre y por consiguiente el primer símbolo de su cultura y trabajo: en el destino del hombre está la necesidad de provisión. La metáfora del tiempo parece describirse en las formas de las vasijas; de este modo, quiero decir en forma de cántaro, también se ha representado en muchas obras importantes de la historia del arte universal. Tampoco es casualidad que, el cántaro, sea una forma profundamente arraigada en la cultura mediterránea: países bebedores de agua, de vino y aceite.
En los días precedentes al 2 de febrero, fecha de la inauguración de esta capilla de la Seu de Palma de Mallorca, otrora de San Pere y ahora «Capilla del Santísimo», su autor estuvo muy ocupado atendiendo a todos los medios de comunicación. La intervención artística ya está siendo contemplada como obra fundamental de nuestro tiempo. En sus declaraciones, el autor, ha querido subrayar la importancia de haber podido contribuir con una obra contemporánea dentro de una catedral -entendiendo que en nuestra cultura representa el símbolo de la espiritualidad por excelencia-, «el mejor lugar para el “encuentro”».