Entrevista a Ángel Garraza
Por Eduardo • 26 de febrero, 2006 • Tema: Artistas, Destacados– Además de artista es profesor
Yo estoy en la docencia por casualidad. No es algo vocacional. En un momento dado había pocas salidas para una profesión como la de artista. Me surgió un trabajo aquí, en la universidad, me pareció interesante, lo cual he ratificado con los años y creo que me ha venido muy bien. Incluso me gusta; desconocía que tenía capacidad para comunicar. Por otra parte, me ha permitido moverme por el territorio del arte con ese esfuerzo que supone estar en dos frentes a la vez, pero que tienen muchas cosas en común. Puedo transmitir mi experiencia vital a la gente que está conmigo. Aquí siempre hay gente que está como tú, y eso ayuda a entender y a vivir.
– Hablaba de Calder y de lo poco que la gente conoce el arte. Acabamos de perder a Oteiza, perdimos a Chillida. Sin embargo, ¿nos damos cuenta de lo que eso significa?
Sí, pero lo haremos con los años. El arte, como todo, acaba siendo muy selectivo, y al final queda lo que realmente merece la pena. Lógicamente esos tres personajes ya tienen una historia del arte, en su día ya demostraron lo grandes que eran. Pero sí que es cierto que en el arte las cosas se digieren a medida que pasa el tiempo, y aceptamos a los individuos una vez que estos han muerto. Porque muchas veces el arte trasciende tanto que la presencia del ser humano llega a perturbarlo. Es decir, la presencia del autor puede llegar a enturbiar la mirada artística. Ahí tenemos el ejemplo de Oteiza. Ahora que ya no lo tenemos entre nosotros es posible que la percepción que se tenía sobre su obra sea más limpia. Al fin y al cabo, Oteiza no era más que un ser humano, con sus aciertos y contradicciones, pero mediante su trabajo llegó a tocar la sensibilidad del colectivo.Es como cuando ves a una actriz o actor de cine en un bar y no te parece tan atractivo como en la pantalla, es más, te parece vulgar. Pero como decía aquel cantante, «cuando bajo del escenario, soy un tío vulgar». Y la gente no quiere entenderlo. Con el arte pasa lo mismo.
– No sólo eso, para que se llegue a reconocer la obra de uno en casa, primero ha de tener éxito fuera
Sería un poco lo mismo. La presencia del artista es muy fuerte; hay un conflicto entre lo que necesitamos como seres humanos y esa otra faceta de creadores. Y eso en cierta medida es lógico. En el mundo rural eso se aprecia mucho. No es como la ciudad que eres anónimo, y puedes pasar desapercibido. En el núcleo pequeño tú no eres tú, eres tú y tu circunstancia. Te conviertes en el hijo de, y escaparse de eso es muy difícil. No digamos trascender a algo.
– En cuanto al compromiso del artista, ¿para con qué o quién debe ser?
En mi opinión, al final el compromiso es personal. No hay más. Aunque luego se disfracen de grandes propuestas, lo que uno verdaderamente busca son las salidas personales. Lo que pasa es que ese compromiso personal vital trasciende a lo colectivo. Es como en las películas, detrás de una historia romántica cada uno se identifica en su propio romanticismo. Hay esa especie de comunión. Además, no podría ser de otra manera porque el hombre es muy limitado. Entonces sólo puede resolver sus propias historias. ¿Cómo va a resolver las de los demás? Cuando intentas resolver lo de los demás, normalmente el ser humano se hace mucho daño y se equivoca de todas todas. Es una falacia. Lo importante es que el ser humano se mire a sí mismo y desde su fuero interno intente ser más sincero consigo mismo, más auténtico. Si no, tiende a engañar a todos los demás.Cuando el arte ha intentado ser militante, estar al lado de un determinado lugar, al final todos sabemos lo que ha pasado. Ahí está lo que pasó en Rusia; todos los primeros artistas tuvieron que exiliarse una vez terminada la revolución. Luego acabaron en el realismo socialista, como pasó en Cuba con los artistas comprometidos con la revolución. Es muy difícil. Todo es mentira. Muchas veces da la sensación de que el artista ha intentado preocuparse con esos problemas, pero yo creo que no. El arte se preocupa por el individuo. Nada más.
– ¿El individuo debe estar solo o acompañado? Muchas veces se habla de generaciones, de la aportación de las escuelas
Las escuelas propician el encuentro de varias personas que tienen inquietudes comunes. Pero ante todo son individuos. Al final la escuela es algo ficticio, y seguramente mata al individuo. De hecho, los grupos no duran mucho. Crean elementos de la historia, pero de ningún grupo ha salido una obra común. Salen los individuos que están ahí. Por poner un ejemplo cercano, mientras duraron los grupos de la escuela vasca estuvieron tirándose los trastos a la cabeza. Y eso que estaban muy cerca unos de otros. Pero los matices de la vida, las tensiones, eso al final afecta. Entonces, ¿de qué sirve un grupo? ¿Para qué? Lo importante es que el individuo hable con franqueza de sus miserias o de sus grandezas, pero que hable.
– En la era de las nuevas tecnologías, ¿qué lugar ocupan las artes tradicionales como la escultura?
Tiene un panorama bastante complicado por esa desmaterialización que se está dando. Todo lo virtual se impone. Hasta las personas que vemos por televisión son imágenes creadas virtualmente, pero por su apariencia ambigua es difícil saber si son personas o robots. La escultura con su fisicidad parece que no tiene sentido. Sin embargo, conforme se abren caminos nuevos de alta tecnología el panorama es más plural. La gente vuelve a trabajar con materiales tradicionales que siempre han estado ahí, acompañando al hombre. Mira, yo trabajo el barro. ¡Cosa más alejada de la tecnología! Sin embargo, no niego que me apasione. Para mí los soportes son lo de menos. Lo importante es que haya ganas de contar algo. No creo que un medio determine la calidad del mensaje.
– Esa obra que le gustaría realizar a Ángel Garraza
Seguramente nunca llegaré a hacerla porque me faltará la magia para realizarla. Pero ahí estamos, intentándolo.
– ¿Un sueño?
Todos. No tirar la toalla. Mantener la ilusión para no tirar la toalla, que no es poco.