La idea de cerámica contemporánea en España
Por MJ. Sarmiento • 15 de diciembre, 2003 • Tema: Artículos, Previo Agosto 20051. En busca de criterios objetivos para una definición más acertada
Utilizar el término «cerámica» de un modo genérico, para establecer clasificaciones distintivas, de poco nos sirve. Puede decirse que, desde un propósito descriptivo, tal aplicación se ha complicado mucho más no solamente a consecuencia de la aparición de los procedimientos industriales, también desde los múltiples procedimientos artesanales adoptados con fines y criterios dispares e incluso enfrentados. En tal caso, la palabra por sí misma solamente nos puede servir como referencia abstracta adscrita a la materia (tierra cocida por acción del fuego), sin permitirnos entrever cualificaciones de orden categorial.
De tal modo, si tenemos en cuenta que los productos cerámicos no son solamente fruto de la materia trasformada, en la que han intervenido elementos de categoría mineral y elementos de la naturaleza (agua, fuego, viento), puesto que también se encuentran relacionados con las acciones que provienen del pensamiento del hombre (modos e intenciones), ya intervengan procesos manuales o mecánicos, conceptos artísticos o no, ya sean en cualquiera de los casos de carácter artesanal o industrial, percibimos el término —a secas— bastante desdibujado por sí mismo. Es un hecho que el momento actual abarca un campo demasiado amplio, al ocupar diferentes parcelas suficientemente distanciadas e incluso antagónicas, con lo que resulta conveniente acompañar al sustantivo de un adicional término clarificador, bajo el fin de aplicarlo del modo más descriptivo posible: «alfarería de estudio», «escultura cerámica», «cerámica industrial de diseño», «cerámica para la construcción», «alfarería tradicional», etc; de tal modo que resulte el enunciado más perfilado, al contemplar no solo el concepto sustancialista, sino también el concepto funcionalista en toda su dimensión e intención (tanto si es artístico como si no).
Igualmente, resulta útil añadir descripciones que consiguen describir un tipo de procedimiento o método concreto: «cocción de leña», «vapores de sal», «terra sigillata», «sacar al rojo»… y con ello queda sobrentendido un modo de hacer técnico, que aunque no sea determinante en un orden categorial individualizado, se acerca —hablando en términos gremiales— a un determinado tono (gusto o estilo) cuyo pulso toma como espejo a los más notables artífices o especialistas en dicho campo.
Por otra parte, se suele ampliar la descripción con acepciones a modo de acompañamiento. Al decir «contemporáneo(a)», se emplea el adjetivo en sentido local, es decir, se inserta en el sentido que le proporciona el argot del ámbito artístico; con ello, se sobrentiende que lleva implícita la pretensión artística, también como de «nueva creación», o, creativo; distinguiéndose, o mejor dicho distanciándose del modo «tradicional» (el del pretérito, y el hecho según tal modelo aunque pertenezca al presente físico).
A modo de inciso, debemos aclarar que nuestra pretensión, desde el prisma de enfoque que hemos elegido para este artículo, es tratar los conceptos implicados desde la visión objetiva, por lo tanto, dejamos intencionadamente aquellos conceptos de orden subjetivo que buscarían su reivindicación bajo el concepto Arte, algo que siempre es preferible afrontar de un modo concreto, individual, y, por consiguiente, no de forma tan general como es el caso que nos ocupa. Sin embargo, hay que decir que todos los ejemplos que tenemos en mente son, sin duda, aquellos que por su calidad serían justamente merecedores de tal rango; y si no pondremos el énfasis en calificarles de tales, es por ser ése un enfoque que entraría dentro del campo de la subjetividad.