In memoriam: Raushenberg
Por MJ. Sarmiento • 30 de mayo, 2008 • Tema: Anteriores portadas, ArtistasA los 82 años Robert Rauschenberg fallecía hace unos días a causa de un infarto; la triste noticia se difundía en los medios interesados en el arte de nuestro tiempo. Para quienes admiramos su obra se había convertido en una interesante referencia. La libertad con que se enfrentó a su trabajo y la aguda ironía salpicada de una dosis de lirismo resume su discurso en «todo puede ser posible».
¿Quién dijo que un artista no puede mezclar técnicas, estilos y disciplinas?, Rauschenberg rompió con todos los prejuicios. Combinó acciones del expresionismo abstracto con el lenguaje figurativo de la fotografía, y los gestos o imaginería que alimentaría el pop americano (lo que tal vez ha influido que se le etiquetase en ese estilo, algo de lo que personalmente disiento); empleó métodos y técnicas dispares: pintura, fotografía, grabado, litografía, collage, cerámica, ready made, música, escenografía… (medios diversos: métodos artesanales así como industriales, para prestarles la misma atención, situarlos dentro de un mismo canon). El resultado de su trabajo y creatividad se apoyó en las transferencias de todos estos medios para crear una imagen de nuestro tiempo. Su principal preocupación proclamó y reafirmó la necesidad de no separar el arte de la vida, integrarlo en lo cotidiano.
Robert Rauschenberg, Monograma (1955). Estocolmo, Museo de Arte Moderno
De su extensa obra (combine painting), Monograma (1955-1959) es una de las piezas que personalmente más me han impresionado (sobre una pintura –dispuesta en horizontal, sobre el suelo– colocó un macho cabrio de angora al que le insertó a modo de flotador un neumático de coche). Recuerdo que en alguna ocasión, cuando el artista comentaba esta pintura-objeto, recordaba que al principio colocó el animal disecado sobre el cuadro y no funcionaba, decía que no era más que un macho cabrío sobre una pintura hasta que colocó el neumático y todo quedó integrado. Rauschenberg pensó que esta pieza le había dado especialmente suerte –atribuyendo una función fetiche- porque a partir de ella su trabajo comenzó a ser reconocido y se terminaron los serios problemas económicos que hasta entonces había padecido, cuando su arte no se entendía. Seguramente por eso nunca se olvidó de los duros comienzos, y creó una fundación para financiar artistas noveles de talento (entre otras cosas, las ventas de sus tazas y platos de café, en las que impresionó diversas vistas de ciudades –New York, París, Estocolmo etc.– sirvieron a este práctico y altruista fin).
Parece que fue ayer (1999) cuando el Guggengeim de Bilbao dedicó al artista americano una retrospectiva de las más completas que hasta ese momento se le había hecho. En la sala 104 (The Fish) pudimos contemplar el desarrollo de tan prolífica creatividad, por la que se le califica de uno de los creadores más influyentes del siglo XX. La muestra recogió parte de una obra que paulatinamente fue ampliando, The 1/4 Mile or 2 Furlong Piece (¼ de Milla ó 2 Estadios), en la que Rauschemberg trabajó durante años: una obra que en cierto modo resume su creatividad. Por medio de transferencias se sirvió de la artesanía pero también de la industria, interpretó el bagaje de la cultura artística desde el pasado al presente, para crear con su personal manera de interpretar el arte heredado y combinarlo con otras formas de mirar en su afán de reflejar el momento vital. Entre aquel collage de pintura, litografías, materiales de deshecho, objetos de la vida cotidiana, reunidos en una secuencia ininterrumpida a lo largo de la gran sala expresó una personalísima afirmación: un relato sobre su tiempo y su entorno.
RAUSCHENBERG EN SHIGARAKI
No fue extraño que Rauschenberg se sintiese atraído también por la materia cerámica, al valorar la versatilidad y las propiedades ilimitadas del medio (forma y color, pintura, escultura y fotografía). Aunque para ser exactos fue la industria cerámica de Japón, concretamente la tenacidad y persuasión del Sr. Okada (Otsuka Ohmi Ceramics Co.), quien previamente realizó varias visitas a los Estados Unidos, para plantear el plan de trabajo e informar al artista de las posibilidades que a su disposición ponía la mencionada factoría de Shigaraki.
Rauschenberg,Dirt Shrine-West, 1982
De la serie Japanese clay works (250 x 470 cm.); técnica mixta: escalera de bambú, cerámica de alta temperatura y fotografía decalls (calcamonías cocidas bajo el esmalte)
Esta fábrica había conseguido realizar grandes paneles cerámicos (que hubiesen parecido impensables en años anteriores), con el fin de utilizarlos con propósitos arquitectónicos, y que en aquel tiempo -los años ochenta- no tenían precedentes (2cm x 60 x 300cm y 90 x 250cm, en cualquier color y a los que también podían transferir imágenes fotográficas). Los artistas Taro Okamoto (1911-1966), Hisao Domoto (1928) y Kojin Kudo habían producido en dicha fábrica su obra, y (en 1981) Jun Kaneko había realizado las placas de 300 cm. que expuso en el Museo de Arte Contemporáneo de Houston, así como en una galería de Nagoya (Japón). Después de la mencionada experiencia –según el Sr. Okada– Otshuka Ohmi Ceramics decidió invitar a otros artistas, para realizar su obra en la fábrica. Pensaron en el trabajo de Robert Rauschenber, pues sus combine-objects se interesaban siempre por el empleo de diversos materiales, y los medios técnicos que podían proporcionarle seguramente le interesarían al artista.
El resultado fueron los grandes paneles ensamblados a los que Rauschemberg trasladó su imaginación, combinó con otros objetos e incorporó diversas imágenes tomadas con su propia cámara por los rincones mas inverosímiles de Japón, fotografiando detalles cotidianos o rincones que a cualquiera seguramente le hubiesen pasado desapercibidos. Posteriormente, en una segunda visita a Japón, R.R. realizaría su última serie cerámica de grandes dimensiones, la tituló “Japanese Recreational Clay Works”: utilizó el mismo sistema de imágenes transferidas a la arcilla, aunque en este caso fueron obras maestras de la historia del arte (La Mona Lisa de Leonardo, La Madonna y el niño de Rafael, la Venus de Botticheli, la Maja de Goya…), imágenes que combinó con una libre gráfica de su impronta. Estas obras cerámicas, realizadas en alta temperatura, a las que se aplicaron calcamonias de imágenes fotográficas bajo la capa de esmalte, darían paso a la experiencia Rauschenber Overseas Culture Interchange (R.O.C.I), en las que el artista aprovecharía los viajes por diversos países para alimentarse (inspirarse) con su cultura, aprovechando lo que encontraba a su paso, en una reflexión artística, vital y enriquecedora.
Robert Rauschemberg, de la serie Japanese Recreational Clay Works
Enlaces relacionados:
The New York Times
Retrospectiva en el Guggenheim Bilbao (PDF)
Rauschenber slideshow